James Thiérrée y La Compagnie du Hanneton: La más bella poesía en escena.

Hernán Gené

El primer espectáculo que vi de James Thiérrée y La Compagnie du Hanneton, “La veillée des abysses” me pilló totalmente desprevenido. Un fin de año en París con frío, poca luz y el alma herida, había comprado las entradas porque parecía interesante -y vaya si lo fue. El segundo, en realidad su primero, “La Simphonie du Hanneton”, me subyugó tanto que no dudé un instante en comprar unas entradas para volver a París el pasado mayo al estreno de su última creación: “Au revoir parapluie”.

El universo de este artista y el de su compañía es el universo de los sueños y en él, la visión del circo se expresa en toda la dimensión de “espectáculo total”. La danza, el teatro, la habilidad, el riesgo, la música, los elementos, todo, absolutamente todo, está al servicio de crear emoción profunda en el espectador, lágrimas arrancadas por la belleza subyugante de cada fragmento de la escena. Cinco artistas en el escenario, varios y talentosísimos colaboradores e intensas horas de trabajo (y sin duda dolor, ese dolor que se esconde detrás de todo lo bello) dan vida a un espectáculo indescriptible, del que sólo se podría hablar adecuadamente siendo poeta; pues poesía pura y viva es en lo que estos magos, acróbatas, contorsionistas, equilibristas y trapecistas transforman sus habilidades.

En el calidoscopio que es “Au revoir parapluie” puedes ver un número inexacto de piernas, cabezas y brazos cayendo en medio de un enjambre de gruesas cuerdas que ocupan en gran centro del escenario y que hace poco bailaron como una enorme falda; puedes admirarte de la fantasía trastocada de un mago que se empeña en ser mimo; a los cinco actores, devenidos en quinteto musical, contrabajo incluido; las fantásticas evoluciones de un hombre encaramado a una mecedora devenida rueda alemana y sorprendentes transformaciones de humanos en animales mitológicos y viceversa.

Pero lo que embarga al espectador es la enorme dulzura de sus creaciones, su impacto directo en la emoción, el permanente entrar y salir en el sueño, el humor y la realidad.

James Thiérrée y la Compagnie du Hanneton son sin duda los principales creadores del teatro-circo de este momento a caballo entre dos eras y no dejo de rogar que nuestros directores de cultura se hagan cargo de ello y hagan por que visite Madrid todas las veces que sea posible y cuanto antes.

Mientras tanto, no importa, porque ahora sé que si me muero iré a un cielo que será un espectáculo de James Thiérrée.