Madrid, 15 de enero de 2010-02-06

Queridos Luis y Elena:

Muchas gracias por vuestra carta y nombramiento como Miembro Solidario del CELCIT, que me llena de emoción y orgullo.

El CELCIT ha sido siempre para mí como un hogar, un lugar firme al que recurrir en busca de ayuda y cobijo.

Nos sabemos amigos desde siempre.

Conocí al CELCIT en 1978 en Caracas, y siempre me he sabido su amigo y lo he considerado el mío. Un amigo al que pedir ayuda en momentos críticos, un amigo al que ayudar cuando hiciera falta, un amigo con el que tomar un café y fantasear con proyectos nuevos y cada vez más ambiciosos, muchas veces irrealizables y que a fuerza de cabezonería han visto la luz.

¿Qué sería de nuestra profesión si sólo nos atuviéramos a lo razonablemente realizable? ¿Cómo haríamos para llevar adelante nuestros sueños si nos detuviéramos al primer escollo formal?

Nuestros maestros, Stanislavski, Grotowski, Meyerhold, Artaud, Barba, Copeau… todos ellos, fueron personas heridas, grandes desconformes con las formas de teatro que veían a su alrededor, la mayoría de ellos provenientes del teatro aficionado y que trabajaban con actores aficionados en condiciones de total desamparo. Pero eran rebeldes, inquietos e inconformistas. Personas con una herida secreta que no intentaron siquiera colocarse dentro del sistema teatral de la época sino que construyeron otro, paralelo y propio, en el que sus ideas podían tener cabida.

El sueño del CELCIT me acompaña desde aquellos días de Caracas en los que aprendía que para hacer tetro lo único que necesitas en ganas de hacerlo. Si a estas ganas le sumas el tener un amigo como el CELCIT tus posibilidades de lograr lo que te propones están aseguradas.

Por eso y todo lo demás, por las palabras que nunca se dicen, gracias por este regalo de ser nombrado Miembro Solidario del CELCIT.

Hernán Gené