Reportaje a Tom Leabhart.

Por Hernán Gené.

Hernán Gené: ¿Cómo llegó a trabajar con Etiénne Decroux?

Tom Leabhart: Después de estudiar bellas artes, y teatro y danza, vi un film sobre el trabajo de Decroux y tuve la fuerte sensación de que ese trabajo era lo que yo quería hacer. Estaba profundamente impresionado por la claridad y la simpleza del mimo de Decroux tal como lo vi en aquel breve, pobremente hecho, film; suficiente como para organizar mi vida y estudiar un año (con un Fullbright Grant) en París. Luego de trabajar un año me di cuenta de que no sabía prácticamente nada y me las arreglé para quedarme otros tres años más (en total fueron cuatro años) trabajando como profesor de inglés parte del día. Trabajé los últimos tres años como ayudante de Decroux y como traductor al mismo tiempo que ensayaba diariamente con él, codo con codo, trabajando parte de su repertorio.
HG: ¿Qué es el Mimo Corporal y cuál es su diferencia con la pantomima?

TL: El mimo corporal es una nueva forma de teatro inventada por Copeau en su escuela, la “Ecole du Vieux Colombier”, donde Decroux era alumno. La idea de Copeau era esconder la cara y exponer el cuerpo para ver cuánto potencial expresivo podría ser descubierto, qué podía expresar el cuerpo cuando la cara estaba oculta. Esto es, por supuesto, lo opuesto a la pantomima del S XIX en la que el cuerpo estaba totalmente cubierto y la cara y las manos contaban historias, sustituyendo palabras por gestos. Decroux se enamoró de esta idea y trabajó durante 60 años desarrollando una técnica basada en ella. Copeau tuvo la idea seminal y, como Decroux ha dicho, él (Decroux) crió al niño. Como todos los modernistas del S XX, Decroux reaccionó fuertemente contra el arte del S XIX y quiso establecer algo totalmente diferente y nuevo: un arte basado en la articulación del tronco del performer, y no en los pintorescos y graciosos movimientos de las manos y gesticulaciones.
HG: ¿Por qué dejó a Decroux y qué ha hecho desde entonces?

TL: Los más serios estudiantes encontraban que más o menos cuatro años era el lapso de tiempo para estar con Decroux. Menos, podría dejar malos entendidos, más, podía llevar al estancamiento. He seguido mi propio trabajo tratando de seguir sus instrucciones: “Has algo extraordinario de lo ordinario, no algo ordinario de lo extraordinario”. Esto significa explorar movimientos ordinarios con objetos ordinarios y tratar de encontrar todo el mundo escondido (¡o revelarlo!) es esa dimensión cotidiana. El teatro clásico es usualmente sobre guerras y reyes; las películas de Hollywood son sobre persecuciones de coches y explosiones; para mí, el Mimo Corporal fue excelentemente descrito por Suzanne, la esposa de Decroux, cuando dijo: “El mimo no actúa, el mimo es”. Por este camino el Mimo Corporal es como el trabajo de circo: el malabarista no pretende hacer malabares, hace malabares. El mimo no imita movimientos, el mimo hace reales esos movimientos, no sugiere objetos invisibles pero manipula verdaderos.

HG: ¿Dónde puede uno aprender Mimo Corporal?

TL: Hay escuelas de Mimo Corporal en Londres, Nápoles, Vancouver, Montreal, Miniápolis y Paris. Yo suelo dar clases durante los tres meses de verano en París y el resto del tiempo en el Pomona College, al sur de California.
HG: Usted también es profesor de la Escuela Internacional de Antropología Teatral (ISTA). ¿Cuál es su tarea allí?

TL: La ISTA es una reunión de grandes trabajadores del teatro bajo la dirección de Eugenio Barba. El encuentro se lleva a cabo cada dos años más o menos, siempre en diferentes ciudades, y los principios de la Antropología Teatral son examinados en relación a varias formas teatrales asiáticas y europeas. Esta es una gran oportunidad para que jóvenes actores y directores entren en contacto con nuevos caminos de trabajo basados en formas tradicionales.
HG: ¿Cuál es para usted la enseñanza más importante de Decroux?

TL: El legado de Decroux es vasto y describirlo llevaría varias páginas. Pero una idea que he podido retener es: “El cuerpo es como un teclado, el actor es como un músico que hace los movimientos que intenta. Técnica, es lograr hacer lo que intentas hacer”.
Para mí, la mejor lección de Decroux fue la energía, devoción, persistencia, humor, paciencia y pasión con que se proponía su trabajo diario, “cavando el túnel” como le llamaba él. De él aprendí que la recompensa no está diferida… es ahora mismo, el total placer de hacer el trabajo, incluso cuando los resultados no sean evidentes.

HG: Muchas gracias.

(Si quieres más información sobre el trabajo de Tom Leabhart puedes contactar con él en.. tleabhart@pomona.edu )